Delicate.

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Dicen mis dientes que le digas a tu cuello algo de añorar y no se qué mas, que ellos se entienden, pero díselo vale?


Hay veces en las que verdaderamente creo que el deseo y la locura son trazos del mismo pincel.
Que este primero, es como una alarma que salta aleatoriamente en dos cuerpos, en una tarde calurosa de cualquier mes de mayo.
Una vorágine momentánea que mueve los hilos de la razón en dos mentes opuestas. Títeres que solo entienden de besos, un huracán que al pasar, deja marcadas la piel y el alma, y entre escombros, una pregunta que trepa devorando la consciencia, porqué? porqué?
Pero cuando ocurre, cuando las miradas subliminales toman forma y se hacen gesto, todo encaja, todo tiene sentido.


No entiendes cómo has podido vivir hasta entonces sin su piel. Y te lanzas. te sube la marea desde los pies, recuerdas a Proust : " Para el beso, la nariz y los ojos están tan mal colocados como mal hechos los labios."


Después, pasan minutos, horas, días, años.
Se marchan el deseo y las ganas, queda el escalofrío y vuelve la razón, la monotonía, se apagan las luces.


Se apagan las luces.